Tuesday, October 5, 2010

Caida del Imperio Romano

La caída del imperio Romano
Desde el siglo I, los pueblos germanos (norte de Europa  y compartían el uso de las lenguas germánicas)  han estado acosando las fronteras del imperio romano.  Estos pueblos germánicos estaban compuestos por estatus social. Nobles, libres, libertos, y esclavos. El rey se elegía entre un miembro de las familias nobles. Los hombres libres juraban fidelidad personal al jefe, y esta era la base de su poder. El contacto con los romanos hizo que estos pueblos comenzaran a comerciar y a civilizarse.
A mediados del siglo III la situación política en Roma estaba en mal condiciones; incluso llegó a haber cuatro emperadores simultáneamente. Los pueblos germánicos, francos y alamanes, hicieron incursiones (entrada a un territorio enemigo hostilmente) destruyendo los campamentos y las ciudades romanas hasta el norte de África.

Debido a estas incursiones se amurallaron las ciudades, lo que contribuyó a que decayese la calidad de vida en ellas.  Muchos germanos se establecieron como colonos (persona que habita en una colonia) en el territorio del Imperio, en las ciudades como esclavos del jefe  y en el ejército como soldados, llegando a ser la guardia personal del emperador. Esto romanizó muchos las costumbres de los pueblos bárbaros, que llegaron a adoptar el latín como lengua, la religión romana y la moneda. Pero, también, entre los romanos se empezaron a introducir costumbres bárbaras, como la fidelidad la jefe.

En el año 313 el cristianismo se convierte en la religión oficial del Imperio y los pueblos germánicos comienzan a cristianizarse. En el 330 Roma tiene una nueva capital: Constantinopla. La crisis dentro del Imperio romano llego a ser absoluta.

     Entre las causas que influyeron el comienzo de la invasión en el imperio romano  están entre: el empeoramiento del clima en el norte, la explosión demográfica de los pueblos bárbaros o el crecimiento de su población, el nomadismo de estos, y la presión de los pueblos asiático. Lo que ayudo a los germanos a poder ejecutar exitosamente dichas incursiones  fueron su superioridad militar, el establecimiento anterior de población germánica y la crisis de las instituciones políticas romanas.
     Las grandes invasiones comenzaron en el 401, con la entrada violenta de los vándalos. Luego llegaron los visigodos, en el 403, los suevos, en el 406, los burgundos, en el 409, y en el 410 los visigodos de Alarico y se apoderan violentamente de Roma.
En el 476 el Imperio romano se había rendido en Occidente, aunque se mantendría en Oriente, donde la capital era Constantinopla. Sin embargo, conservaron algunas instituciones como la Iglesia y el papado que fue lo que ato la continuidad, y legitimidad, entre el Imperio y los nuevos reinos. Pero el Estado había desaparecido ante los vínculos de fidelidad personal que estructuraban la sociedad germánica. A pesar de la aparente rapidez con que se suceden los hechos, el proceso de destrucción del Imperio romano no fue cosa de un día, ni siquiera de una generación.

La caída del imperio Romano inspiro a grandes autores como Peter Heather, y Edward Gibbon a escribir obras sobre este suceso rico en multiples causas y eventos que lo definen.  
Heather nos facilita uno de los relatos más detallados acerca de las campañas militares de la época. Comenzando por el desastre de Adrianopolis, y estudiando en detalle el efecto de las distintas invasiones de los hunos (y de los pueblo empujados ante estos), el autor también nos facilita una detallada descripción de los efectos que esta sucesión de victorias y derrotas tuvo en el Imperio.
Además, nos cuenta que la propia disolución de lo que podríamos llamar “Imperio huno” aceleró la descomposición del imperio romano al permitir el avance y refuerzo de los demás pueblos bárbaros a ellos sometidos.
Además todo lo que el autor cuenta lo hace bien y de forma convincente (al estar apoyado abundantemente en fuentes de la época y en pruebas arqueológicas), su lectura se hace bastante agradable  al estar muchas veces llena de pequeños relatos casi humorísticos (como uno protagonizado por un loro muy hablador).
Por el otro lado tenemos a Gibbon que exhibe  la decadencia de Roma como una consecuencia natural e inevitable de su grandeza.  Su obra es excesivamente narrativa y descriptiva, con un estilo que refleja mucho la literatura del siglo XVIII que abunda en anécdotas.  De todas maneras el objetivo de este estudio es observar con más atención tanto los problemas internos como los problemas externos a los que se enfrentó el Imperio romano. De este modo, el libro es, en gran parte, un repaso a cómo el Imperio romano se fue transformando y reformando en los siglos III y IV, superando el laxo período crítico de los años 235-284. Críticos dicen que la obra escrita por Gibbon es  un libro, pues, más que recomendable, no perfecto, con algunos altibajos en el ritmo expositivo, que trata ofrecer una imagen global del Imperio romano durante tres siglos (y, a grandes rasgos, lo consigue). Juzguen ustedes mismos.